domingo, 9 de noviembre de 2008

Jataka de la liebre sabia...



El Maestro relató este cuento mientras residía en (el monasterio) Jetavana con relación a un donativo de todos los requisitos. [1] Dicen que en Sàvatthì un cierto dueño de casa realizó un donativo de todos los requisitos a la comunidad de monjes presidida por Buddha. Él hizo construir un pabellón en la puerta de su casa e invitó a la comunidad de monjes presidida por Buddha. Los hizo sentar dentro del pabellón en asientos preparados y les ofreció comida deliciosa de diversos gustos. Habiéndolos invitado por siete días seguidos, en el séptimo día donó todos los requisitos para quinientos monjes presididos por Buddha. El Maestro, al finalizar la comida, expresando su gratitud dijo: “Devoto, es apropiado que tú experimentes regocijo y felicidad. Porque esta generosidad pertenece al linaje de los sabios de antaño. Los sabios de antaño, cuando llegaban mendicantes, renunciaban a su vida y daban aun su propia carne”. Y a pedido del devoto relató la historia del pasado.
En el pasado, cuando Brahmadatta reinaba en Baranasi, el Bodhisatta [2] nació como una liebre y vivía en el bosque. A un lado de ese bosque estaba el pie de una montaña, en el otro lado había un río y en el otro lado había un poblado de frontera. También allí vivían sus tres amigos: un mono, un chacal y una nutria. Estos cuatro sabios vivían juntos, obtenían comida en sus respectivos lugares y por la tarde se reunían. La liebre sabia exhortaba a sus tres compañeros con una plática del Dhamma: “Hay que practicar generosidad, observar preceptos y realizar los actos de Uposatha”. [3] Ellos después aceptar su exhortación, se retiraban a sus propias moradas y allí residían. Así pasó el tiempo. Un día el Bodhisatta miró al cielo, vio la luna, comprendió “Mañana es el día de Uposatha” y le dijo a los otros tres: “Mañana es Uposatha, ustedes tres gentes deben observar los preceptos y en el día de Uposatha. Habiéndose establecido en los preceptos, el donativo dado produce gran fruto. Por lo tanto, si viene algún mendicante, deberían dar de su propia comida. Ellos aceptaron diciendo “muy bien” y se retiraron a sus lugares de residencia.
El día siguiente, temprano, la nutria pensando “buscaré comida” salió y fue a la orilla del río. Entonces, un cierto pescador había sacado siete pescados rojos. Después de ensartarlos en un junco, los trajo, hizo un hueco en la arena en la orilla del río, los enterró y continuó pescando río abajo. La nutria percibió el olor a pescado, cavó en la arena, los vio y los sacó. Tres veces anunció: “¿Quién es el dueño?” No viendo al dueño, mordió el extremo del junco con los pescados, los llevó y los guardó en su morada reflexionando en sus preceptos: “Los comeré en el momento apropiado”.
El chacal también salió de su lugar de residencia y buscando comida encontró en la cabaña de un cierto velador de campo dos estacas con carne, una iguana y una jarra de leche cuajada. Tres veces anunció: “¿Quién es el dueño?” No viendo al dueño, colocó en su cuello la cuerda para levantar la jarra de leche cuajada, mordió las dos estacas con carne y la iguana, llevó todo esto y lo guardó en su morada reflexionando en sus preceptos: “Lo comeré en el momento apropiado”.
El mono también salió de su lugar de residencia, entró en el monte, tomó una rama con mangos, la llevó y guardó en su morada reflexionando en sus preceptos: “Los comeré en el momento apropiado”.
El Bodhisatta acostado en su propia morada pensó: “Voy a salir a comer pasto en el momento apropiado. Si alguien viene a pedir, no es posible dar pasto. No tengo ni ajonjolí ni arroz ni nada que dar. Si alguien viene a pedirme, daré la carne de mi propio cuerpo”. En ese momento, por el poder de la virtud del Bodhisatta el trono de piedra de Sakka [4] mostró signo de calor. Sakka, investigando, vio la razón y pensó “investigaré al rey liebre”. Pero primero fue al lugar de residencia de la nutria bajo la apariencia de un brahmán. La nutria sabia dijo: “¿Brahmán, para qué vienes?” “Si puedo obtener algo de comida, observaré Uposatha”. La nutria dijo “muy bien, te daré mi comida” y conversando con él pronunció el primer verso:
Mis siete peces rojos, sacados del agua a tierra firme, esto, brahmán, yo tengo. Después de comerlos, vive en el bosque.
El brahmán dijo “después veré” y fue a ver al chacal. Cuando el chacal preguntó: “¿Para qué vienes?” El brahmán respondió lo mismo. El chacal dijo “muy bien, te daré” y conversando con el brahmán pronunció el segundo verso:
La cena de un cierto velador de campo yo traje, dos estacas de carne, una iguana y una jarra de leche cuajada. Esto, brahmán, yo tengo. Después de comerlos, vive en el bosque.
El brahmán dijo “después veré” y fue a ver al mono. Cuando el mono preguntó: “¿Para qué vienes?” El brahmán respondió lo mismo. El mono dijo “muy bien, te daré” y conversando con el brahmán pronunció el tercer verso:
Mango maduro, agua fresca y una deleitable sombra, esto, brahmán, yo tengo. Después de comerlos, vive en el bosque.
El brahmán dijo “después veré” y fue a ver a la libre sabia. Cuando la liebre preguntó: “¿Para qué vienes?” El brahmán respondió lo mismo. Habiéndolo escuchado, el Bodhisatta se llenó de regocijo y dijo: “Brahmán, haz hecho bien en venir a mi presencia para pedir comida. Hoy, yo daré algo que nunca di antes. Tú porque eres virtuoso no matarás. Va, brahmán, junta madera, prepara un fuego e infórmame. Yo renunciaré a mí mismo y me arrojaré en el medio del fuego. Cuando mi cuerpo este cocido, tú podrás comer mi carne y después observar el Dhamma de los ascetas”. Y conversando con el brahmán pronunció el cuarto verso:
La liebre no tiene ni ajonjolí ni guisantes ni aun arroz. Después de haberme cocido con este fuego, vive en el bosque.
Después de escuchar al Bodhisatta, Sakka preparó una pila de brasas usando sus poderes sobrenaturales y lo informó. El Bodhisatta se levantó de su lecho de hierbas y fue allí. “Si hay insectos en mi piel, que ellos no mueran”, sacudió su cuerpo tres veces y ofreciendo todo su cuerpo se lanzó y descendió en la pila de brasas regocijándose como un cisne real en un lago de lotos. Pero ese fuego no pudo quemar ni siquiera las meras puntas de los cabellos de la piel del Bodhisatta. Fue como entrar en una matriz de hielo. Entonces, se dirigió a Sakka: “Brahmán, el fuego que tú preparaste es muy frío. No pudo ni siquiera quemar las puntas de los cabellos de mi piel. ¿Qué es esto?”. “Liebre sabia, yo no soy un brahmán, soy Sakka. Vine para probarte”. El Bodhisatta pronunció el rugido del león: “Sakka, tú eres el primero. Pero si todo los habitantes del mundo fueran a probar mi generosidad, no encontrarían nunca en mí falta de disposición para dar”.
Entonces, Sakka dijo: “Liebre sabia, que tus virtudes se conozcan por un eón”. Y después de moler la montaña, tomó la esencia y dibujó la forma de la liebre en el disco de la luna. Tomó al Bodhisatta y lo acostó en un lecho de hierbas tiernas en el mismo lugar en ese monte, en ese bosque, y regresó al cielo. Y esos cuatro sabios, en armonía y en paz, observando los preceptos, practicando generosidad y realizando los actos de Uposatha, partieron de acuerdo con sus acciones.
El Maestro después de relatar este discurso del Dhamma reveló las verdades y mostró la conexión de la historia. Al final de las verdades, el dueño de casa donador de todos los requisitos se estableció en la fruición de la entrada en la corriente.
En esa ocasión la nutria era Ànanda, el chacal era Moggallàna, el mono era Sàriputta y la liebre sabia era yo mismo.