viernes, 10 de agosto de 2007

EL ETERNO FEMENINO...




Ante todo se hace necesario recalcar un poco sobre el Eterno Femenino y disertar algo sobre nuestro Señor el Cristo. Anhelo que todos pongan atención.
Ciertamente, Dios-Madre es el fundamento de esta gran Creación. Nosotros debemos identificarnos cada vez más y más con el Eterno Femenino; debemos ver en cada mujer la representación viva de ese femenino eterno. Obviamente la mujer nace para una Santa Predestinación, la cual es la de ser madre. Hasta una niña es la representación del Eterno Femenino, cualquier doncella es una madre en potencia.
Si hacemos una recordación de aquella que nos meció en la cuna y que nos alimentó con sus pesados pechos cuando éramos niños, encontramos un poema vívido muy íntimo, profundo, natural, de una simplicidad extraordinaria, de una grandeza que siempre pasa desapercibida para todos esos "humanoides" que tienen la conciencia dormida. Quiero que todos ustedes hagan conciencia de lo que es ese verso vívido, esa melodía inefable del principio Eterno Femenino. Resulta demasiado compasiva la Gran Madre cuando nos brinda ese verso sin merecerlo, después que hemos sido perversos, que nos hemos arrastrado por el Suelo de la Tierra, de vida en vida.
Morimos y luego retornamos para ser mecidos en una cuna sin merecerlo, para ser amados por alguien que sólo Ve en nosotros una esperanza para ser conducidos por esa que es todo amor. Parece paradójico, no tendría explicación, si no existiera el Omnimisericordioso y Eterno Padre Cósmico Común: Aelohim -como dijeran los antiguos-.
Si retrocedernos un poquito más en el curso de los años, logramos, mediante el despertar, recordar a la madrecita que tuvimos en la pasada existencia. Nos vemos allí otra vez en una delicia, llegan a nuestros oídos los arrullos de aquella que tiene la esperanza puesta en nosotros, nos vemos dando los primeros pasos llevados por sus brazos, y si continuamos con el ejercicio retrospectivo recordamos, no la pasada existencia, sino la antepasada; hemos de hallarnos otra vez con un poema de esos, con un arrullo entre la niñez, en una cuna. Así, continuando en forma retrospectiva hacia atrás, de siglo en siglo, de edad en edad, podemos sentir siempre los mismos cantos, el mismo arrullo, el Eterno Femenino siempre amándonos, llevándonos en sus brazos, alimentándonos con sus pechos, mimándonos.
Todas esas madrecitas que hemos tenido a través de los innumerables nacimientos, parece como si definitivamente se nos hubieran perdido en el tiempo, mas en verdad, todas ellas son la misma expresión de la Gran Madre Cósmica. En los ojos de nuestra Devi Kundalini Shakti, nuestra Madre Cósmica particular, individual, vemos el brillo de todos los ojos de las innumerables madrecitas que en el pasado tuvimos. En ella, nuestra Divina Madre Kundalini, en ella, nuestra Isis particular, están representadas nuestras madrecitas que nos han amado a través de los innumerables siglos. Por eso debemos amar de verdad a nuestra Madre Cósmica, viva representación del Eterno Femenino.
Todas las que han visto por nosotros a través del curso de la historia, todas las que nos arrullaron, todas las que nos alimentaron, en el fondo son una y única: ella, Isis, "a quien ningún mortal ha levantado el velo"... Neith, la bendita Diosa Madre del Mundo.
Si pensamos en ese Eterno Femenino -Dios-Madre-, vemos que nuestra Devi Kundalini particular es un rayo de esa bendita Diosa Madre del Mundo. Así pues, el Eterno Femenino -que ha visto por nosotros a través de tantos siglos, que nos ha mecido en tantas cunas-, es ella, nuestra Divina Madre, la que ha visto por nosotros. En ella están personificadas todas las madrecitas del mundo, todas las que hemos tenido a través de las diversas edades; afortunadamente no las hemos perdido, han quedado en nuestra Divina Madre.
Si las gentes tuvieran la conciencia despierta, sabrían valorar mejor a ese ser que es la madre, mas la gente tiene la conciencia dormida y por ello son incapaces de valorar realmente a esa criatura que es la madre. Es necesario, pues, hacernos cada vez más conscientes de lo que es el Eterno Femenino. Eso sí, no merecemos lo que se nos dio; que después de haber sido unos bribones, unos perversos, nos resulte una cuna y una dulce madrecita que nos arrulle en sus brazos. Parece paradójico, parece -repito, vuelvo a decir- que si no fuera por la misericordia de Aquél que no tiene nombre, resultaría como inexplicable.
Desafortunadamente, crecemos; el "Ego" se hace manifiesto. En los primeros años es la Esencia que se manifiesta en la criatura, por eso es tan bello el niño; a medida que vamos creciendo, la personalidad se desarrolla y el "Ego" se va expresando lentamente, hasta que al fin, definitivamente entra en acción. Entonces nos volvemos distintos: los bellos pensamientos, aquellos que teníamos en la cuna, se olvidan, se pierden; el encanto aquél de nuestros primeros pasos queda relegado al olvido, y las nobles intenciones que hicimos cuando éramos niños son pisoteadas, y de ellas no quedan ni recuerdos.
Alrededor de la Esencia se fortifica más el "Ego", la personalidad se refuerza, adviene con precisión, adquiere ciertas modalidades, prejuicios, ansias, etc., y obviamente la Esencia queda archivada allá en los fondos más profundos de la psiquis, relegada al más completo olvido. Al fin y al cabo, la personalidad con todos sus prejuicios...; al fin y al cabo, el "Ego", manifestándose a través de la mente, reemplaza a esa Esencia donde están esas nobles intenciones, aquellas intenciones que tuvimos cuando éramos pequeños.
No queremos darnos cuenta de que fuimos niños, estamos olvidándonos de ello. Jesús, el gran Kabir, dijo: "Hasta que no seáis como niños no podréis entrar en el Reino de los Cielos". Hay algo que nos impide ser niños, y es ese "Ego" que tenemos, manojo de recuerdos, de pasiones, de temores, odios, rencores, lujurias, etc. Si queremos nosotros la verdadera felicidad -más y más-, no queda más remedio que recordar aquellas buenas intenciones que hicimos cuando éramos niños.
Antes de que el "Ego" tuviese oportunidad de haberse manifestado, antes de que la personalidad se hubiese formado, cuando aún dábamos nuestros primeros pasos, nos hicimos a sí mismos sanas intenciones, ciertas resoluciones que después se olvidaron. Se olvidaron cuando la personalidad se formó definitivamente; se olvidaron cuando el "Ego" entró en acción, entonces nos volvimos otros y sentimos satisfacción en habernos vuelto otros. Echamos al olvido la simplicidad de la inocencia y, ofuscados y engañados, ofuscados y alucinados, hemos crecido.
Esta condición que tenemos de adultos complicados y difíciles, ¿es superior a la inocencia que tuvimos? Se hace necesario, mis caros hermanos, hacernos rectos, de entender la necesidad de regresar al punto de partida original, en la infancia; en la mente, en el corazón. Sólo hay un camino: apelar a nuestra Divina Madre Kundalini, saber amar realmente a nuestra Divina Madre Kundalini, comprenderla...
¿Y en qué forma podríamos acercamos a nuestra Divina Madre? Ante todo, queridos hermanos, aprendiendo a amar a nuestra madre terrenal como punto de partida, puesto que ella es la viva manifestación del Eterno Femenino. Aprendiendo a amar a todas las madrecitas del mundo..., y en cuanto a nosotros, los varones, aprendiendo a ver en cada mujer a una madre, la viva representación del Eterno Femenino. Si vemos a una mujer y lo primero que llega a nuestra mente es la lujuria, pensamientos morbosos, entonces estamos insultando al Eterno Femenino, estamos pisoteando a nuestra Divina Madre, estamos vejando a aquella que es todo amor. Hay un dicho español que dice así: "Obras son amores y no buenas razones".
¿De qué sirve que amemos a nuestra madre si no lo demostramos con hechos?, ¿de qué sirve que digamos que amamos al Eterno Femenino -tal o cual criatura-, si lo primero que llega a nuestra mente son pensamientos de morbosidad y lujuria? ¿Dónde está el amor del Eterno Femenino, a la Divina Madre?, ¿cuál es, insultando en esa forma, pisoteándola? Reflexionad mis caros hermanos, reflexionemos, hagámonos dignos si es que queremos marchar realmente -de verdad- con Devi Kundalini Shakti; entonces nuestros corazones, inflamados por el amor, se acercarán a ella y ella a ustedes.
Nadie podría eliminar los elementos inhumanos que lleva dentro sin la ayuda de ella. Así, ella nos elimina todas esas suciedades que cargamos, todos esos aspectos abominables que en su conjunto constituyen el "Ego", el "mí mismo", el "sí mismo".
Creyeron ustedes que esta época es más bella que su niñez y se equivocaron, porque hasta que ustedes no reconquisten la infancia perdida en la mente y en el corazón, no podrán en modo alguno lograr la liberación final. Una de las pruebas por las que todo principiante pasa en este camino es la del "Fuego". Cuando uno ha salido victorioso en tal prueba, obviamente tiene que entrar en el Salón de los Niños, así se llama un Templo muy especial donde siempre se es recibido a condición de haber triunfado. Entonces los Adeptos de la Fraternidad Blanca, los miembros del Colegio de Iniciados de la Blanca Hermandad -todos en figura de niños-, nos dan la bienvenida. Cuando les saludamos: "Que la Paz sea con vosotros: ¡Paz Inverencial!"; la respuesta es: "Y con vuestro Espíritu también".
¿Por qué tienen ellos que darnos la bienvenida en forma de niños cuando salimos victoriosos de la Prueba del Fuego? Obvio, sólo con el fuego podemos reconquistar la inocencia. Por eso es indubitable trabajar con el Fuego Sagrado, con esa Flama Santa del Amor. ¡Sabed amar! Además del Fuego, no está de más recordar al Cristo Jesús en su cruz; al pie de ella está la Divina Madre, no podía faltar ella ¡Imposible! Y sobre la cruz el INRI, Ignis Natura Renovatur Integram: "El Fuego Renueva Incesantemente la Naturaleza"; así es. Ahora necesitamos encontrar al gran Kabir dentro de nosotros.
Cuando uno lee las Epístolas de Pablo el Apóstol, con sorpresa puede uno verificar por sí mismo que rara vez menciona él a Jesús el Gran Kabir, o el Cristo histórico; siempre alude a un Cristo Íntimo. Obviamente, Jesús viene de la palabra hebrea Jeshua, que significa Salvador. Es el Salvador que buscamos dentro de sí mismo. Él siempre va en brazos de su madre; es el Niño Horus (Aurus), entre los egipcios, en brazos de Isis. Es urgente saber, hermanos, que ese Jeshua viene en brazos de nuestra Madre Kundalini particular. El Crestos Cósmico en modo alguno podría expresarse a través de nosotros si no se convirtiera en Jesús.
En verdad existe el Logos. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo forman un todo único que se llamaba, entre los egipcios, Osiris. Sobre todo, asimismo es Isis, la Madre Divina, la esposa. Ella y El se unen como resultado de su amor. Ella concibe por obra y gracia del Espíritu Santo -es decir, por obra y gracia de su Esposo- en su vientre inmaculado y virginal al Crestos; desciende el Segundo Logos a su vientre. Como se dice en la Divina Comedia: "Al hijo de su hija"; el Hijo de la Divina Madre Kundalini. Ella lo lleva en sus brazos, por eso es que ella, Isis, siempre lleva a Horus en sus brazos; y María, a Jesús. Pero la Divina Madre lleva a nuestro Jesús Intimo en sus brazos; cuando nosotros, habiendo amado mucho a nuestra Madre, nos hacemos dignos, dignos somos entonces, merecedores, de convertirnos en la casa de Él, del Señor.
Se dice que Él nace en un establo a la medianoche, donde están los animales. ¡Sí!, los animales del deseo. Ese establo es nuestro propio cuerpo, allí nace; después debe crecer y desarrollarse el Jeshua. Nuestro Salvador íntimo individual, debe sufrir en sí mismo todas las tentaciones y vencerlas. El debe reducir a las Potencias de las Tinieblas en sí mismo, Él debe vencer a los tenebrosos en sí mismo. Él debe vivir como hombre entre los hombres y tener carne y hueso; es claro, nuestra carne. Debe ser hombre entre los seres que pueblan la faz de la Tierra y vencer a su paso. Por eso es nuestro Salvador.
Nuestro proceso psicológico se convierte en su proceso, que Él debe ordenar y transformar; sus preocupaciones, sus deseos, que Él debe desintegrar Por algo se le ha llamado el Santo Firme, porque no puede ser vencido; y al fin triunfa: entonces se cubre de gloria. Es decir, el Fuego Sagrado, personificado en Jeshua -nuestro Jeshua; no el Jeshua externo, sino el nuestro- es digno de toda alabanza, gloria, señoría y majestad.
Él ama a su Madre, y su Madre le ama a Él. Sólo por medio de su Madre logra que Él nazca en el establo interior nuestro -que llevamos- para convertirse en nuestro Salvador. Si no amamos a la Madre de Jeshua, tampoco amamos al Hijo. ¿Como podría venir el Hijo a nosotros si no amamos a su Madre? El que quiera amarla debe demostrarlo en carne y hueso, amando a la que nos dio la vida, y viendo en cada mujer a ella, a la que nos dio la vida. Así pues, hermanos, se hace necesario comprender este gran misterio del Cristo y de la Divina Madre. Se hace necesario volvernos simples, tolerantes y modestos. Sólo así, mis caros hermanos, marcharemos por el camino verdadero. Quiero que ustedes reflexionen en lo que estamos hablando esta noche. Quiero que ustedes regresen al punto de partida original, que recuerden el primer amor.
La Cristificación. Quien quiera realmente ser salvado debe saber amar. ¿Cómo se podría amar realmente a la mujer, si cuando la miramos vienen a nuestra mente los pensamientos eróticos y la lujuria? Eso es insultarla, ofenderla. Podría objetárseme diciendo que existen infinidad de mujeres, cabareteras, etc., etc., ¿Somos acaso jueces, para juzgar al Eterno Femenino? ¿Con qué derecho lo haremos? ¿Quién nos ha convertido en jueces del Eterno Femenino? ¿O es que nos creemos Santos? ¿O es que ya recobramos la inocencia?
Nosotros no debemos juzgar; y las mismas mujeres deben ver en cada mujer a una madre, y las mismas madres deben amar a su madre, y las mismas mujeres deben adorar a su Divina Madre Kundalini si quieren hacerse merecedoras de recibir un día al Santo Firme.
Por ahí hay una oración santa que dice: "Fuente de divinos regocijos, revueltas y sufrimientos, dirigid vuestras acciones hacia nosotros. Santo Afirmar, Santo Negar, Santo Reconciliar; transubstanciados en mí. para mi Ser. Santo Dios, Santo Firme, Santo Inmortal, tened misericordia de nosotros".
Es un cántico precioso a las tres grandes Fuerzas Primarias del Universo. Esas tres constituyen, en sí mismo, al Padre, a Osiris, que al desdoblarse se convierte en Neith, y de la unión de él y de Ella resulta nuestro Jeshua particular, nuestro Jesucristo íntimo -propio y muy propio de nosotros-. Aquél que debe entrar en nosotros, en nuestro cuerpo, para salvarnos.
Muy especial en esta oración es aquello de: "Santo Dios, Santo Firme, Santo Inmortal" porque el Viejo de los Siglos de la Kábala es el Santo Dios. Santo Firme es Jeshua, nuestro Jeshua íntimo particular, porque reincorporándose en nosotros se hace cargo de todos nuestros procesos psicológicos para vencerlos en sí mismo; de todas nuestras pasiones para transmutarlas en sí mismo y soportar en carne y hueso todas las tentaciones que nos llegan, para vencerlas en sí mismo. Eso no lo puede hacer sino el Santo Firme.
Interesante resulta también aquello de: "Santo Afirmar, Santo Negar, Santo Conciliar". ¿Por qué? La primera fuerza es la de la Eterna Afirmación, el Padre; la segunda, la de la Eterna Negación, la del Hijo; y la tercera, la de la Eterna Conciliación. El Padre afirma, el Hijo niega. ¿Qué niega el Hijo? ¿Por qué se dice que el Hijo niega? Porque el Hijo niega, no quiere todo lo que nosotros queremos: pasiones, defectos psicológicos, etc., etc., etc., ¿Y por qué se dice: "Santo Reconciliar"? Porque con esa Tercera Fuerza es que nos reconciliamos... ¿Con quién? Con la Divinidad. Me refiero en forma enfática a la fuerza sexual; es la fuerza con la cual nuestro cuerpo se formó, es la fuerza con la cual se desarrolló en el vientre de nuestra madre, es la fuerza que nos trajo a la existencia.
Se dice: "Transubstanciados en mí, para mi Ser" -para nuestro Ser-. Se dice que las Tres Fuerzas Primarias del Universo -la del Padre, muy amado; la del Hijo, muy adorado; y la del Espíritu, muy sabio-, pasan por la transubstanciación en nosotros, para nuestro Ser. ¿Comprenden ustedes lo que esto significa, mis caros hermanos? Transubstanciar, es decir, que una substancia se convierta en otra. Ahora comprenderán que las Tres Fuerzas Primarias pasen por la transubstanciación en nosotros y para nosotros. Es algo grandioso y es obvio que necesitamos cristalizar en sí mismos las Tres Fuerzas Primarias.
Así pues, mis queridos hermanos, reflexionen, esfuércense en eliminar el "Yo" psicológico, regresen al Primer Amor, traten de reconquistar la inocencia en sus corazones, luchen por eso, aprendan a amar al Eterno Femenino y así un día podrán tener la dicha de encarnar en sí mismos al Jesús particular individual.
No quiero subestimar al Gran Kabir que en la Tierra Santa enseñara esta doctrina. Si por algo es grande el Gran Kabir, es porque nos enseñó la Doctrina del Eterno Salvador, nuestro Salvador interior, profundo, nuestro Jeshua...


VENERABLE MAESTRO SAMAEL AUN WEOR...