jueves, 28 de junio de 2007

EL PARAISO PERDIDO ...


EL PARAISO PERDIDO
Amigos: vengo a hablarles del Jardín de las Hespé­rides, de los Campos Elíseos maravillosos, donde los ríos de agua pura de vida manan leche y miel; vengo a hablarles a ustedes del bíblico Moisés.Allá, en el Monte Nebo, cuenta la tradición que habló a las multitudes judaicas, que entonces le escuchaban... Su rostro brilló, tremendamente, ante todo el pue­blo hebraico; se desapareció en presencia de todos, nunca se halló su cadáver. Obviamente, Moisés había logrado entrar en la "Tierra Pro­metida", y lo hizo con cuerpo físico.¿Qué es lo que quiere la Gnosis? Enseñar­les a ustedes el camino que ha de llevarles al Paraíso Terrenal; tenemos métodos, tenemos la clave para que ustedes, en vida, puedan visitar el Paraíso Terrenal cada vez que quieran. A eso he venido esta noche: a hablarles francamente; si es la verdad lo que quieren, se la entregamos; pero ante todo, tenemos que ser sinceros con nosotros mismos, trabajar de verdad.Pasemos ahora a aquella isla, entre las cos­tas de España, que tanto llamara la atención del clero católico, en la época del siglo XVIII. Me refiero en forma enfática, a la "Non Tra­bada" o "Encubierta", isla que está situada a cuarenta leguas de la "Isla de Palma", hacia la región Noroeste. Era visible esa isla en su tiempo; gigantes enormes caminaban por todas partes, en esa región. Los Dioses allí tronaban y relampagueaban, y las multitudes que allí moraban, se decía, eran terriblemente divinas. Sí: allí moraba la humanidad divina, allí existía bajo el Sol; allí contemplaba las estre­llas y hacía cálculos extraordinarios, como los de los astrólogos aquellos de la antigua Atlán­tida; desde allí lanzaban sus profecías (bien sa­bían los habitantes de la "Non Trabada" o "Encubierta" que se acercaba la época del más crudo materialismo).Un día un sacerdote católico, diciendo misa, quedó de pronto asombrado: las personas con­currentes le venían a hablar de la "Non Tra­bada" o "Encubierta". El sacerdote, de inme­diato, dirigiéndose al clero, dijo: "¡Hay que exorcizar esa isla; la estamos viendo a través de la ventana; es una isla mágica, demonía­ca!". Así que, todos cayeron en tierra, acom­pañando al sacerdote en sus exorcismos; la isla fue desapareciendo poco a poco, entre el encanto extraordinario de la cuarta ver­tical. Más tarde surgió el repugnante ateísmo materialista, surgieron los Huxley, surgieron los Darwin y muchos otros secuaces, enemigos del Eterno; fue entonces cuando la humanidad se llenó de incredulidad, de escepticismo, de ma­terialismo; los sentidos de la especie viviente se agotaron, desgraciadamente; la Isla "Encu­bierta" o "Non Trabada" dejó de ser visible para todos... Desde entonces el escepticismo, la increduli­dad, se hereda de padres a hijos; los sentidos internos están destruidos: ya no pueden ver los lagos encantados de los antiguos tiempos, ya no pueden contemplar los palacios de oro, de que nos hablara "Las Mil y Una Noches"; ya no pueden ver los mares borrascosos que existen en el interior de nues­tro mundo.Han pesado los siglos, ya los niños no son educados con cuentos de Hadas; se dice que "tenemos que ser prácticos" y se les enseña, desde pequeños, a manejar pistolas, y se les regalan cañones, y se les encanta con juegos de bandidos y ladrones. Hoy, queridos amigos, la humanidad ha degenerado espantosamente, los sentidos físi­cos se arruinaron, y no solamente se arruinaron los sentidos físicos, sino que también los senti­dos actuales prosiguen su camino de degeneración. Es raro encontrar a alguien que tenga los ojos perfectos, o los oídos, o su olfato, etc.; la gente ha involucionado terriblemente, mar­cha hacia una gran conflagración mundial. ¡En verdad quiero decirles a ustedes, esta no­che, que esta civilización perversa será destruida, que de toda esta perversa cultura no que­dará piedra sobre piedra!Continuaré explicándoles algo sobre los Ji­nas, sobre los mundos milaunochescos, sobre las tierras extraordinarias de la cuar­ta vertical. Sin ir tan lejos, aquí en México, en plena capital, tenemos nosotros el Templo de Chapultepec, un templo en esta­do de jinas, un templo donde se cultiva la sabiduría de nuestros antepasados de Aná­huac; un templo donde resplandece el Calendario Azteca en oro puro, sobre la cruz bendita del Salvador del mundo. Ese templo está en estado de jinas, invisible para las gentes, pero visible para los iniciados (yo mismo soy miembro activo de ese templo, que existe y seguirá existiendo y nun­ca nadie lo descubrirá).Hay también muchos otros Templos Jinas donde opera la bandera de la Gnosis; otros templos miríficos, divinales, donde resplandece el Sol del Cristo Intimo. Así, mis queri­dos amigos, a medida que vamos avanzando, nos damos cuenta de lo que es la cuarta vertical.Por estos tiempos en que nos encontramos, surge el Triángulo de las Bermu­das; más de cien buques han sido tragados por la cuarta vertical, en el Triángulo de las Bermudas. No hace mu­cho tiempo, una escuadrilla de cinco aviones fue devorada por el Triángulo de las Bermudas, se los tragó la cuarta vertical; se enviaron también auxilios, más to­do fue inútil. Recordemos al avión de rescate que salió en busca de esos cinco aviones: ¡tal avión fue tragado por la cuarta ver­tical!¿Y qué diremos nosotros de los innumera­bles pasajeros que ya no existen sobre la faz de la Tierra, pero que continúan viviendo en la cuarta coordenada? Nosotros inves­tigamos el Triángulo de las Bermu­das: allí hay un boquete abierto hacia la cuarta dimensión; día llegará en que la humanidad conocerá ese secreto, esa clave que existe en el Triángulo de las Bermudas. A medida que va pasando el tiem­po, la ciencia misma tendrá que irse acercando hacia la cuarta dimensión, eso es obvio.Los hombres de la antigüedad no ignoraban el paraíso perdido de John Milton; nun­ca olvidaron tampoco el Jardín de las Hespérides (aún todavía se conserva, en las tradiciones, la existencia de un paraíso). Los hombres de la antigüedad sabían meter su cuerpo físico dentro de la cuarta dimensión, a voluntad. Me viene a la memoria la Ciencia del Kung Fu, que fue verdaderamente esotérica y mágica. Los iniciados de la Ciencia del Kung Fu, en la antigua China, podían asumir de verdad, físicamente, la figura ya sea del tigre, o de la serpiente, etc., a voluntad. Para no ir tan lejos, mis amigos, recordemos nosotros aquellas leyendas que existen en nuestro país (México) de frontera a frontera, de costa a costa, de los consabidos Náhuales. Incuestionablemente, hay dos corrientes en el náhualismo; esto no lo podemos descono­cer los investigadores de la ciencia esotérica crística. La corriente negativa está formada por Jinas negros, por los tenebrosos de "la mano izquierda"; pero la corriente positiva está formada, en realidad de verdad, por los Jinas blancos, que no causan daño a na­die; esas criaturas semejantes a los Tuatha de Danand, esas criaturas que sólo se preocupan por sanar a los enfermos, por estudiar la sabiduría divina y por bendecir a todos.En los antiguos tiempos milaunoches­cos, allá en el país de Ameca, donde existen algunas tribus semitas, ocultas en el interior de la Tierra, se conoció la clave que permite a los hombres meterse dentro de la dimensión desconocida. "¡Imposible!", dirán algunos, "¿cómo es posible que el cuerpo humano pueda meterse dentro de la dimensión desconocida?" Amigos, en realidad de verdad, el cuerpo físico no es como creen algunos científicos ignorantes, algunos tontos científicos. El cuerpo físico es una forma mental cristalizada, como lo es el planeta Tierra, y por lo tanto, la voluntad puede actuar sobre el cuerpo físico y cambiarlo de figura, o meterlo dentro la cuarta dimensión. Cuando aceptemos que el cuerpo físico es una forma mental, obviamente habremos resuelto el problema de la cuarta dimensión. Toda la Tierra no es más que una for­ma mental que surgió del "Omeyocan", del ombligo mismo del universo, en la aurora de la creación. Esta forma mental llamada "Tierra", con todo lo que ha sido, es y será, fue cristalizando poco a poco, hasta tomar la figura actual (la cristalización se realizó de acuerdo con la Ley de las Octavas).Así que, en realidad de verdad, un día llegará en que esta Tierra, o forma mental llamada "Tierra", iniciará su movimiento hacia adentro y hacia arriba, hasta perderse o disolverse otra vez en el Omeyocan.El cuerpo humano, por ende, es una forma mental cristalizada y todo el secreto de los Jinas no es otra cosa que saber actuar sobre el cuerpo físico humano por medio de la voluntad. Si aceptamos que es una forma de la mente, una forma cristalizada de acuerdo con la Ley de las Octavas, estamos en el camino correcto para actuar sobre el cuerpo físi­co y meterlo dentro de la dimensión desconocida. ¿Es posible eso? Sí es posi­ble; solamente lo que se necesita es voluntad e imaginación, unidas en vibrante armonía; por ese camino llegaremos al camino del triunfo.Recordemos que en nuestro interior existen los Doce Apóstoles de los que habla La Biblia cristiana (están dentro de nosotros mismos, aquí y ahora). Recordemos nosotros que también existe, en nuestro interior, el famoso Felipe, aquel que bautizara al eunuco del evangelio crístico y que luego desapareciera, "llevado por el huracán de la tormenta". Ese Felipe tiene poderes sobre la forma física, que como ya dije, es una forma mental cristalizada. Si alguien tiene fe en Felipe, podría lograr meter su cuerpo físico dentro de la cuarta dimensión. No me estoy refiriendo a un Felipe histórico; no me re­fiero a aquel que en otros tiempos hiciera palidecer a los judíos en la Tierra Santa; no me estoy refiriendo a ese místico sereno, que apa­recía y desaparecía como por encanto mágico; me refiero al Felipe interior, puesto que dentro de nosotros mismos están los Doce Após­toles, las doce partes fundamenta­les de nuestro propio Ser (una de esas partes se llama Felipe). Si alguien se invoca a sí mismo, es decir, si invoca a su Felipe en instantes de estar dor­mitando, obtendrá prodigios formidables. Bastaría únicamente que se levantara de su lecho en el momento oportuno, en momentos en que se viese así "como gordo", "como obeso"; en momentos en que se sintiera en un estado de voluptuosidad espiritual extraordinaria, y con fe en Felipe, levantándose de su lecho, en­traría de inmediato en el Jardín de las Hespé­rides, en el jardín de las delicias, en el Paraíso Terrenal. Pero se necesita comprender que el cuerpo físico es una máquina, una forma mental con la cual podemos pasar de una dimensión a otra. Cuando uno acepta que el cuerpo es una forma mental, esa forma mental le obedece; pero mientras nos identifiquemos con tal for­ma, mientras se crea que es como aparentemen­te es, obviamente no se logrará jamás entrar en las tierras milaunochescas, dond­e viven majestuosos los Moisés, los Tuatha de Danand, y todos esos seres inefables de los antiguos tiempos.Así que, esta noche, mis queridos amigos, he venido a hablarles de las tierras de los Jinas, de los paraísos encantados, de los lu­gares santos donde todos nosotros podemos vivir.Han desaparecido, en esta época, gentes, aviones, buques; ¡se los ha tragado precisamente la cuarta dimensión! Más, sin embargo, la humanidad permanece torpe, no parece darse cuenta de que uno puede vivir, en dimensiones superiores, dichoso, feliz, o por lo menos visitar esas dimensiones para llenar nuestro corazón de alegría.¡Vienen acontecimientos formidables, se procesarán en el tiempo, hechos inusitados! ¡En estos momentos, precisamente, la Tierra se encuentra a punto de entrar en el cinturón majestuoso de Alcyone! ¡Entiendan us­tedes, mis amigos, que nosotros somos habitantes de Las Pléyades; entiendan que este Sol que nos ilumina y da vida, es uno de los siete soles de Las Pléyades, y que estos siete soles giran alrededor de Alcyone! Alcyone tiene anillos, como los tiene Sa­turno; pero sus anillos son radioactivos, y no meramente físico químicos como los de aquel planeta que he citado. Cada diez mil años la Tierra tiene que atra­vesar por los anillos de Alcyone, y está a punto de entrar. Desde el año 1.962, entre las dos y tres de la tarde, nos hemos venido acercando al anillo de Alcyo­ne; es un anillo radioactivo que trae verda­deras sorpresas, por los hombres extraordina­rios de las Ciencias Jinas. Cuando la Tierra entre al anillo de Al­cyone, se verán cosas increíbles: toda la materia se tornará fosforescente, las moléculas alterarán sus movimientos; por ende, las fór­mulas matemáticas, ya sea en el terreno de la biología o en el terreno de la química, o de la física, serán alteradas; la medicina tendrá que cambiar sus remedios, porque ya no servirán; nuevas especies de animales surgirán y eso es inevitable. La materia será potentemente radioactiva, muchas gentes no resistirán la radiación del anillo de Alcyone y mo­rirán.Estamos por entrar, repito, en tal anillo. Si el Sol entrara primero, habría una obscuridad que duraría, en realidad de verdad, ciento diez horas. Si fuese la Tierra la que entrara prime­ro en el anillo de Alcyone, sucedería entonces que la Tierra parecería estar ardiendo, mas sólo serán fuegos de colores. De un momento a otro, entrará la Tierra en el anillo aquel de Alcyone.Vamos viajando, con esta Tierra, a través del inalterable infinito y obviamente ocurrirán hechos insólitos que asombrarán, aún a los científicos. Hace poco, relativamente poco, unos astronautas que estaban en órbita, vieron una radiación extraordinaria y la comunicaron a su base (era la radiación de Alcyone). Vendrá un día muy largo, un día que dura­rá, en realidad de verdad, dos mil años. Esto significa que la noche desaparecerá y que la radiación luminosa de Alcyone penetrará en todas las cavernas tenebrosas de la Tierra; envolverá al planeta por todas partes, resplan­decerá milagrosamente, y sus efusiones o emanaciones harán también causar asombro a otras gentes de los mundos habitados del inalterable infinito; así entrará el resplandor mirífico de los luceros, vendrá bajo las melodías del Ma­crocosmos. Surgirá un mundo extraño den­tro de muy poco tiempo: ¡ese mundo se llama Tierra!Es bueno entender que se acercan momentos extraordinarios; antes de la gran catástrofe que se avecina, la Tierra tendrá que meterse en el anillo ese de Alcyone.Nuestro mundo, en realidad de verdad, no tendría base alguna si no existiera una cuar­ta dimensión, una cuarta vertical. Es en esa cuarta vertical donde viven, todavía, muchos Elohim que trabajan por la humanidad, que socorren a los seres hu­manos. ¡Amigos: este Sol que nos ilumina y nos da vida, este Sol que resplandece en el espacio, bañándonos con sus infinitos esplendores, no es todo! Tras éste Sol, está el Sol Espiritual, el Sol de Las Pléyades. Nuestra Tierra gira alrededor del séptimo Sol de Las Pléyades; esto significa que nosotros en verdad, mis queridos amigos, somos habitantes de Las Pléyades. En todo el inconmensurable infinito existen "pléyades" que los astrónomos ven con sus te­lescopios, y nosotros los terrícolas, vivimos en un pequeño mundo insignificante, llamado Tierra, que gira alrededor del séptimo Sol de Las Pléyades. Y un Sol ubicado en la cuarta vertical, el Sol Espiri­tual de Las Pléyades, es el que nos gobierna. Así, desde la cuarta vertical, es dirigido nuestro mundo y no solamente éste, sino todas Las Pléyades.También existe otro Sol que debemos nosotros entender y comprender, me refiero al Sol Central. Este, en realidad de verdad, está lleno de esplendores inefables; ese Sol Cen­tral que dirige todas las actividades de esta galaxia espiraloide, precisamente se desenvuel­ve entre el cosmos extraordinario. Obviamen­te, toda la galaxia gira alrededor del Sol Central Sirio; no lo negamos, así es; no negamos tampoco que los regentes de esta constelación vivan precisamente en aquel mundo. Toda la Vía Láctea, en última síntesis, está gobernada en realidad de verdad por el Sol Central, un Sol Espiritual, un Sol que no es físico. Vean ustedes cómo hay mundos, cómo hay soles que no son de esta región tridimensional de Euclides.¿Qué diremos nosotros del Sol Central Espiritual? Bien sabemos que todas estas galaxias, vistas a través de los telescopios, en realidad de verdad están gobernadas por el Sol Central Espiritual. Existe un Infinito, no lo negamos; este Infinito espléndido y maravilloso en el cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser, tiene un límite. Recordemos en estos momentos a Einstein, cuando dijo que "el espacio es curvo", cuando dijo que "el Infinito tiende a un límite". Ciertamente, este Infinito tiene alrededor de cien mil galaxias, y cada galaxia una suma de cien mil soles. Pero todo este Infinito en el cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser, tiene un límite; más allá del límite hay un espacio vacío y más allá de ese espacio vacío se abre otro Infinito y más allá de ese otro Infinito hay otro espacio vacío, y luego otro Infinito, y así por siempre jamás.Mis amigos: entiendan ustedes que todo este Infinito ilimitado en que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser, está gobernado por el Sol Central Espiritual, por el Sol Sagrado Absoluto, que no es físi­co; que en tal Sol moran las inteligencias divinales que gobiernan el espacio cósmico. Así que, en realidad de verdad, quien aprende a meterse con su cuerpo físico en el Jardín de las Hespérides, podrá comprobar por sí mismo y en forma directa, la existencia de esos soles majestuosos que alumbran extraordinariamente al espacio que nunca tiene límites.Quien aprenda a viajar con su cuerpo físico en Estado de Jinas, podrá ponerse en con­tacto con los Dioses Inefables de la aurora del Mahamanvantara; quien aprenda a viajar con su cuerpo físico, podrá platicar, cara a cara, con los Elohim, con los Prajapatis, con los Rishis de los Vedas antiguos; quien aprenda a viajar con su cuerpo físico, podrá ponerse en contacto con Nuestro Señor Quetzalcóatl, y vi­venciar por sí mismo que Quetzalcóatl es un Logos platónico, es el Demiurgo griego, es el verbo, es la palabra. Juan precisamente, en su evangelio, dice: "En el principio era el verbo, y el verbo estaba con Dios y el verbo era Dios; por él todas las cosas fueron hechas y sin él nada de lo que es hecho, hubiera sido hecho".Ha llegado la hora de que ustedes luchen por escaparse de éste mundo tridimensional de Euclides, donde solamente reina la amargura; ha llegado el momento en que ustedes aprendan a visitar los Campos Elíseos, para que arrojados a los pies de los Maestros, pue­dan escuchar la palabra perdida en el primer instante; ha llegado el momento mismo en que ustedes conozcan nuevamente los Misterios del antiguo México y la sabiduría de los Misterios de Eleusis, y la corriente divinal, heroica, que brotara de los antiguos Misterios de los Rishis de la India.¡Amigos: el Sol del Espíritu resplandece abrasador por todas partes; recuerden que el cuerpo físico no es más que una forma mental; aprendan a manejar esa forma mental, cámbienla de lugar a voluntad, deslícense como se deslizaban los Tuatha de Danand, en la antigua Eleusis, sobre los mares majestuo­sos de la cuarta dimensión! ¡Amigos: ha llegado el momento en que ustedes conozcan al Genio de la Tierra, a ese Melchisedek extraordinario que gobierna nuestro mundo. Un día, si ustedes aprenden a manejar la Ciencia de los Ji­nas, podrán entrar en el interior de la Tierra; entonces sí vivenciarán por sí mismos y en for­ma directa, que esta Tierra es hueca; podrán conocer también, allí, a muchos sobrevivientes de la Lemuria y de la Atlántida, a venerables ancianos que cultivaron los misterios divinos en sus templos; a venerables sacerdotisas que como las Cleopatras del Nilo, impartían sus en­señanzas a los pueblos que las amaban. Cuando ustedes puedan penetrar en el lugar donde Melchisedek mora, entonces podrán ustedes conocer la sabiduría de los anti­guos; vivenciarán por sí mismos y en forma directa, que en otros tiempos resplandeció la sabiduría hermética sobre la faz de la Tierra; cuando ustedes puedan con su cuerpo físico visitar el interior de nuestro mundo, se encontra­rán cara a cara con Melchisedek, Rey de Salem, del cual Jesús de Nazaret da testimonio; el Rey de nuestro mundo.Hace algún tiempo aconteció algo extraordi­nario: se trataba de un desfile militar, nada menos que ante el Rey Jorge VI. Ese Rey Jor­ge, tan extraordinario en sus conocimientos, no dejó de pasar por una sorpresa... En verdad el desfile fue espléndido ante el Rey y ante su comitiva, ante la familia real; ¡qué orgulloso se sentía de la vida del Imperio! Pero algo extraordinario acaece... ¿Un elefante blanco ante el ejército inglés? ¿Quién montaba aquel elefante, quién? ¡Un extraño personaje oriental! Las tropas rindieron culto al Rey Jorge, y aquel extraño jinete, montado en el elefante, encabezaba los batallones. Los soldados no se asombraron en mo­do alguno, les pareció muy natural, pues ellos sabían muy bien de la vida de la India, ya que en otros tiempos aquella preciosa joya del In­dico era tan sólo uno de los territorios de la Monarquía Inglesa... Ver a un hindú montado sobre un elefante, ante los ejércitos, parecía perfectamente nor­mal, pero algo causa extrañeza: el jinete no rinde honras al Rey Jorge. "¿Qué es lo que ha pasado?", pregunta el Rey; "¿quién es ese perso­naje?" Se le contesta: "¡El Genio de la Tierra, señor!". ¡Milagrosamente aquel mo­narca no cayó privado en el suelo!, (el elefan­te desapareció, como por encanto).Así que, sepan ustedes que esta Tierra tiene una cuarta vertical y un Rey; ese Rey se llama Melchisedek, y Jesús de Nazaret mismo da testimonio sobre el Monar­ca Melchisedek. El día en que uste­des aprendan a manejar los Estados de Jinas, es decir, que sepan meterse en la cuarta dimensión, podrán visitar el Reino, de Melchisedek. A eso he venido esta noche, a decirles cómo y repito la clave: acuéstense con la cabeza ha­cia el Norte, y luego concéntrense en Felipe, pídanle que los meta dentro de la cuarta dimensión; adormézcanse un poquito y cuando sientan su cuerpo como lleno de una voluptuosidad espiritual extraordinaria, cuan­do se vean como "regordetes", como si se estu­vieran inflando, levántense de la cama y supli­cando, rueguen a Felipe que los lleve, pues, a la tierra sagrada de los anti­guos, al paraíso perdido de Milton, al Jardín de las Hespérides, donde los ríos de agua pura de vida manan leche y miel; a la región aquella extraordinaria donde viven los Príncipes del fuego, de los aires, de las aguas y de la tierra... ¡A eso he venido esta noche: a invitarlos, a todos ustedes, a entrar en el paraíso perdido de Milton a voluntad!


VEVERABLE MAESTRO SAMAEL AUN WEOR...